abril 23, 2019

COLECCIONAR PALABRAS

 

«Y si leo, si compro libros y los devoro, no es por un placer intelectual – yo no tengo placeres, sólo tengo hambre y sed – ni por un deseo de conocimiento sino por una astucia inconsciente que recién ahora descubro: coleccionar palabras, prenderlas en mí como si ellas fueran harapos y yo un clavo, dejarlas en mi inconsciente, como quien no quiere la cosa, y despertar, en la mañana espantosa, para encontrar a mi lado un poema ya hecho.»




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Alejandra Pizarnik (1936-1972). Poeta y traductora argentina. Estudió filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde realizó diversos trabajos de escritura y traducción para la revista cultural Cuadernos y para algunas editoriales francesas. En esta ciudad conoció y trabajó con Yves Bonnefoy, George Bataille y Marguerite Duras, así como también con Julio Cortázar y Octavio Paz, residentes en París en aquel momento. Publicó poemas y críticas literarias en varios diarios de la época y tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux y Aimé Césaire.  Además, estudió historia de la religión y literatura francesa en La Sorbona, con la ayuda de un préstamo que recibió del Fondo Nacional de las Artes. En 1969 recibió la beca Guggenheim y en 1971 la beca Fulbright. Se la suele inscribir en el llamado «neosurrealismo», aunque su estilo y su voz poética se consideran únicos y sin precedentes. Numerosos artículos, reseñas editoriales, ensayos y trabajos académicos sobre su vida y su obra se han publicado póstumamente en todo el mundo. También póstumamente fue reeditado el conjunto de sus textos en Obras completas (Volúmenes de Poesía y Prosa; Lumen, 2011), sus Diarios (2012) y un conjunto de sus cartas personales, que quedaron recogidas en Correspondencia (2017). Entre su vasta e inigualable obra destacan La tierra más ajena (1955), Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de locura (1968), Poseídos entre lilas (1969), El infierno musical (1971) y La condesa sangrienta (1971).

 

👉+ INFO SOBRE LA OBRA DE ALEJANDRA (LOS TESOROS DE PAPEL)

👉POEMAS (FRG)

👉DIARIOS (FRG)

👉MEMORIA ILUMINADA – CAPÍTULO I

👉MEMORIA ILUMINADA – CAPÍTULO II

👉MEMORIA ILUMINADA – CAPÍTULO III

👉BREVE DOCUMENTAL SOBRE ALEJANDRA

abril 15, 2019

LOS DEMÁS



Hace años que escribo. Escribo porque hay un lugar adonde quiero ir, uno que es frío pero desbordante, inhabitable pero profético.

Escribo porque es así como con otrxs consigo alienarme o yuxtaponerme [«Estoy sola y escribo. / No, no estoy sola. / Hay alguien aquí que tiembla.»]. Y mientras más escribo, más me equivoco, más tachaduras hago, más veces me siento a reescribir (así en la vida como en la escritura). Algún remanente de todo eso escrito empieza quedando, según entiendo, en el reflejo multiplicado de esxs otrxs yustapuestxs, testigxs involuntarixs de una vida tan propia como ajena.

Así es la cosa, más o menos:

Tenía un poemario muy largo – ahora que lo pienso, infinito – con el que quería concursar (no digamos dónde ni cómo). Después de hacer el muy necesario recorte [sí, todo caprichoso y despótico] hice con el resto una carpeta ecléctica a la que llamé «los demás».

Un tiempo después, en una charla por chat, alguien me convenció de presentar “unos poemas” a la convocatoria lanzada por Liberoamérica. Pensé en aquella carpeta solitaria, amorfa en su parcial existencia, que nada tenía que ver en aquel momento con un libro y que esperaba, en el último agujero negro del disco D, más y mejores ediciones y nulidades.

Lo hice, claro. Porque nada es tan perfecto nunca. Y «Los demás» llegó así a los primeros correos y así quedó. Me sedujo la idea de mantenerle la lealtad al título de la carpeta (que al final no era tan ecléctica como yo pensaba). ¿Y qué decir ahora?

GRACIAS: una palabra que le queda demasiado corta a todo esto, pero que ilustra (¿un poco ilustra?) cómo me vengo sintiendo estos días.

Gracias, será entonces, a Liberoamérica, por la oportunidad y por el reconocimiento;

Gracias a Darío, por la paciencia y por el inmenso (impecable) trabajo de edición y de maquetación;

Gracias a Denise y a Lucía, también por la paciencia, por el prólogo y por el texto de contratapa (maravillas narrativas que emocionan);

Gracias a Iosune, por el hermoso diseño de tapa;

Gracias a Laura, por el apoyo incondicional y por la hermosa energía;

Gracias, en fin, a todxs los que fueron y están siendo parte de este regalo maravilloso 💖

Un centenar y pico de este artefacto (¡tan bello ha quedado!) va a andar por ahí dando vueltas, por librerías y por ojos que leen 👀


Lxs invito a acompañarme en la primera presentación oficial [official trailer] 
el sábado 27/04 | a las 20 hs | en 921, Casa Cultural (San José de Calasanz 921 – CABA)

Habrá sorteos, sorpresas poéticas y cosas ricas para comer y beber 😊


POSDATAS:

Habrá, sí, una presentación en Mar del Plata (más adelante);

Todxs lxs marplatenses invitadxs a la de Buenos Aires tengan en cuenta que ese fin de semana va a coincidir con la Feria Internacional del Libro: ¡A viajar, mi amor!




abril 07, 2019

«NO CONOZCO EL BOSQUE PERO ME LO INVENTO»


Ey, todes! Tarea para el hogar: consigan este fanzine que recomiendo y pónganse a leerlo ☝

Sí, tuve el atrevimiento de hacer un comentario sobre la reciente y hermosa poesía de Washington Atencio (¿reseña?) 👋




«Hay un espacio no habitable en el que exigimos permanecer. Un hueco místico hecho de ausencias palpables y de recuerdos, al que ya no pertenecemos pero al que, sin embargo, seguimos asistiendo devotamente. En este espacio somos niños todavía, hijos del patio grande, del juego inacabable de las escondidas y de una fantasía intacta, vuelta pretexto para salir corriendo de nuevo a ocultarnos.

Piedra libre para Washington Atencio, detrás del fuego idílico que nos envuelve en palabras suaves, sanadoras de males y de rutinas densas, irracionales. Así las cosas, no hay restricciones léxicas ni emocionales para mudar de escondite, para prescindir de lo que no es abstracto e inagotable.

En Una hoguera de jazmines (Camalote, 2019), el submundo de Washington (su hueco místico) está compuesto por un conjunto de elementos agrestes - casi bucólicos -, cuyas micro partes se definen en relación con un hábitat salvaje que ha quedado detenido en el tiempo, cual víctima indiferente de una mancha congelada que nadie se molestó en finalizar.»

NOTA COMPLETA 👉 «NO CONOZCO EL BOSQUE PERO ME LO INVENTO»

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Washington Atencio (Lucas González, Entre Ríos, 1986). Profesor de Lengua y Literatura. Autor de Una hoguera de jazmines (Camalote, 2019). Ha participado en diversos encuentros de poesía y algunos de sus textos circulan a través de redes sociales. Reside actualmente en Paraná, donde dicta clases de Literatura y de griego clásico a nivel terciario y universitario.

#GABRIELA


👉 En Chile, y no sólo en Chile, se construyó una Gabriela Mistral de espaldas al feminismo, y al lesbianismo, del que ya no caben dudas. ¿Influyó para ser convertida en una poeta tan canónica el sacrificio de negar su disidencia?

 
Sí, claro. Pero esa manera de volverla canónica fue totalmente en su contra. Yo no creo que todavía esté reconocida como el genio que fue. Pienso que esa manera de tratarla, como madre y maestra, es completamente reduccionista y absurda, una manera de sacarla de lo que fue, poéticamente hablando y como pensadora. Ella fue la primera mujer diplomática chilena. Así que el que se dio de su imagen es un tratamiento nada inocente. A las mujeres, de una manera o de otra, se nos ha tratado de restringir. Su posteridad ha sido mucho más magra de lo que debería haber sido. (…) Y sí, por supuesto que su lesbianismo ha sido escondido, hasta la constatación con las cartas con Doris Dana. Gabriela no se declaró feminista porque creo que había una incomodidad con las feministas chilenas de su época, pero el pensamiento y el accionar son cosas para analizar, porque tienen una vigencia extraordinaria. 

Silvia Guerra sobre Gabriela Mistral (#130 aniversario) 

Nota completa pinchando la foto 👇



DOCUMENTAL BELLÍSIMO SOBRE GABRIELA 👉 LA PALABRA DEL ELQUI

abril 04, 2019

LA ESCRITURA ES LO DESCONOCIDO


Escribir. No puedo. Nadie puede. Hay que decirlo: no se puede. Y se escribe. Lo desconocido que uno lleva en sí mismo: escribir, eso es lo que se consigue. Eso o nada. Se puede hablar de un mal del escribir. Hay una locura de escribir que existe en sí misma, una locura de escribir furiosa, pero no se está loco debido a esa locura de escribir. Al contrario. La escritura es lo desconocido. Antes de escribir no sabemos nada de lo que vamos a escribir. Y con total lucidez. Es lo desconocido de sí, de su cabeza, de su cuerpo. Escribir no es ni siquiera una reflexión, es una especie de facultad que se posee junto a su persona, paralelamente a ella, de otra persona que aparece y avanza, invisible, dotada de pensamiento, de cólera, y que a veces, por propio quehacer, está en peligro de perder la vida. Si se supiera algo de lo que se va a escribir, antes de hacerlo, antes de escribir, nunca se escribiría. No valdría la pena. Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos – sólo lo sabemos después – antes, es la cuestión más peligrosa que podemos plantearnos. La escritura: llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida.

Marguerite Duras; Escribir (Écrire), 1993.