enero 03, 2018

YA NO ESPERAS NADA DE LA HORA QUE SE FUGA


ALGUNAS GRANDES COSAS HEREDÉ DE MI MADRE

De mi madre heredé la costumbre de mirar a la gente

qué distante parecen

no comparten nada de su naturaleza

ni de cómo sobrevivir

en un mundo en donde el tiempo pasa

en caminar en círculos

no saben qué hacer con las manos

ni con las grandes ausencias

y los misterios de la vida

porque no esperan la vida con miedo ni temor

o será que esperan la vida de siempre

la misma vida de Whitman

cruzando en el ferry de Brooklyn

en el mismo viejo rol

que empuja hacia adelante

serán como los girasoles:

no esperan a nadie más que a sí mismos.

de mi madre heredé la costumbre de algunos mitos

y de encontrar los métodos de romper

cuando los tiempos cambian

mi madre es capaz de continuar

el día y la noche con el día siguiente

y todas las noches

nunca olvida su papel

hace tres vidas atrás para no morirse

es decir: para completar los deseos ancestrales de familia

supo que estábamos hechos en verdad para el peregrinaje

ese cuenco de barro o de viento o de muerte

que divide al horizonte y donde es fácil vivir

si estás noblemente diseñado para dejarte vencer

por el desaliento.

de mi madre heredé la costumbre

de llamar las cosas por su nombre:

un mecanismo de sugestión

de quien quiere ver el cielo en el océano

tan semejantes a las horas

que solo advierto de regreso

cuando predico el gran pronóstico

dependiendo del modo en que la nube se rompa.

algunas grandes cosas heredé de mi madre

como los mares y las islas

y lo que dice una mujer

cuando sabe lo que quiere sin remordimientos

este encender la lámpara para luego apagarla

esta inquietud de insecto que vibra en el vuelo

y este recuerdo de que la vida existe

más allá de los papeles acumulados y las marcas.



SOBREVIVIENTES

 

Ya no esperas nada de la hora que se fuga

que se mata poco a poco

de las horas sin piedad

imperativas del día y del comienzo

la hora que fue antes

con fecha de caducidad

la hora cumplida

la hora que tengo en esta casa prestada

sangrecita del hierro

por fin te has dormido.

la hora que se había esperado:

en la hora de la hecatombe final

y en la hora de los jardines

la hora de la rosa a la luz de una luna

y la hora que otros no supieron olvidar

la hora de la vigilia duró bastante tiempo

la hora de las huelgas de los tiroteos nocturnos en la dársena

la hora de la palabra dolor

y la hora de los que visten de amor lo que miran

la hora que recuerda mi niñez

cien años luego sigue viva

en esa hora intacta invulnerable

de la hora del desvelo

y en todos los rincones de la casa

yo comparto una hora delicada y terrible

en mi mano apretada

y una voz blanca

que conduce hacia el silencio. 


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Yosie Crespo (Cuba/EEUU, 1979). Poeta y narradora. Con Solárium obtuvo en 2011 el Primer Premio "Nuevos Valores de la Poesía Hispana", convocado por Ediciones Baquiana y el CCE (Centro Cultural Español) de Miami, EEUU. Ese año recibió también el Primer Premio del IV Concurso Juvenil de Poesía Federico García Lorca y fue Premio Internacional en la categoría Cuento Corto de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Otro de sus poemarios, Como si fueran grullas fugitivas, resultó finalista del Premio Paz de Poesía 2016, convocado por National Poetry Series (NY). Publicó Solárium (2011), La ruta del pájaro sobre mi cabeza (Ediciones Torremozas, España, 2013) y Caravana (El Quirófano Ediciones, Ecuador, 2015). Sus trabajos aparecen regularmente en numerosas revistas y antologías digitales e impresas.